Te ofrecemos con estas cajas el material necesario para realizar la Liturgia de tu Arcángel Protector. Gracias a este sencillo método de devoción, sus solicitudes de gracia pueden ser respondidas. Los Ángeles son los iniciadores, los mistágogos, los maestros; son los maestros de los ritos, los ordenadores de la armonía. ¿Es por eso que su existencia ha sido tan discutida y por qué, durante los "siglos ilustrados", la gente quiso reemplazarlos por la ciencia? Siempre queremos evacuar de la conciencia lo que no sabemos y negar lo que no sabemos. Pero el Ángel está más cerca de nosotros de lo que pensamos, más presente que un hermano o un amigo, más maternal que una madre, más atento que un padre: es nuestra "alma". En ocasiones felices, como en situaciones trágicas, ¡él está ahí! Cuando pareces perdido y solo: ¡estaba allí! Cuando pediste ayuda: invisible, respondió presente. En este mismo momento, mientras lee estas líneas en esta pantalla, él está inclinado sobre su hombro; ya espera con ansias tu deseo de conversar con él, de profundizar los lazos que te unen. Y lentamente, bajo su delicada guía, en su presencia invisible: ¡entra con él, en el mundo del Espíritu!

Ofrecemos con estas cajas el material necesario para llevar a cabo la liturgia de su protector Arcángel. Gracias a este método de devoción simple, sus solicitudes de gracia pueden ser respondidas.

Los ángeles son los iniciadores, los mistagogos, los maestros; Son maestros de ritos, los organizadores de la armonía.

¿Es por esta razón que su existencia ha sido tan disputada y que, durante las "edades iluminadas", han sido reemplazadas por la ciencia? Siempre queremos evacuar de la conciencia lo que no sabemos y negar lo que no sabemos.

Pero el ángel está más cerca de nosotros de lo que pensamos, más presente que un hermano o un amigo, más maternal que una madre, más atento que un padre: él es nuestra "alma misma". ¡En ocasiones felices, como en situaciones trágicas, él está aquí! Cuando pareces perdido y solo: él estaba allí! Cuando pediste ayuda, él respondió invisiblemente. En este mismo momento, mientras lees estas líneas en esta pantalla, él se inclina sobre tu hombro; ya está encantado con tu deseo de conversar con él, de profundizar los lazos que te unen. Y lentamente, bajo su delicada conducta, en su presencia invisible: ¡entra con él en el mundo del Espíritu!